Desde Viena el trayecto fue en Tren, 2 horas, 35 euros. Aquí nos habían dicho que era la ciudad mas barata con diferencia, pues ni el hotel, ni la comida, ni nada fue mas barato, al contrario, fue lo mas caro, mas incluso que Viena, y eso que intentábamos evitar lugares muy muy turísticos.
Personalemente la idea de puestos con encanto de Praga se transformo en puestos de mercadillo cutres, sin nada de encanto, y en los que la sensación que tenias es de que te querían engañar a la mas mínima. Comimos en una plaza, 4 trozos de pollo, y trozo de salchicha, 12 euros. Para ser un país mas pobre que España manda narices. El truco es que no entiendes muy bien los precios, crees que es por platos y luego pides la comida y te la pesan y resulta que el precio es por 100 gramos. El vino caliente, bufff, después de ver a una que lo vendía beber directamente con el cazo con lo que lo servía, se me quitaron las ganas, y eso que yo no hago mucho asco a probar comida por la calle.
Fuimos de camino a recoger los tickets de esa noche en el barco, de paso vimos alguno de los edificios mas interesantes.
Basílica de San Esteban.
Tocando la flauta en la ciudad natal del Flautista de Amelin.
Que foto dejo, esta...
... o esta, jeje.
Puente de las cadenas.
Vestidos de gala para recibir el año nuevo.
Puente desde el barco.
Rebrindis en el barco, cena coqueta: sopa, paté en pan, y pato. Decir que cuando a la hora sacaron las salchichas en el buffet para aguantar hasta las tantas, la gente fue como loca a por ellas, jeje. Debieron pensar que no hay nada como una buena salchicha para empezar bien el año.
La cena de año nuevo estuvo bien, aunque creo que al pato no le hizo ni pizca de gracia.
Intentamos que cupieran mas vasos pero no pudimos.
Momento justo de las campanadas, lloviendo en el Danuvio, y con el puente de las cadenas detrás.
Gitano ambientando la cena, allí lo de la cabra y la guitarra no se lleva.
Baile típico, la cantidad de cosas que se pueden hacer en un barco, la verdad.
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